Descubriendo Marruecos: Aventura, Gastronomía y Relajación

Hace poco, decidí embarcarme en una aventura con dos amigos y explorar la maravillosa tierra de Marruecos. Inspirados por las guías de viaje elaboradas por el Petit Futé, elegimos Marrakech como nuestro punto de partida. Con el objetivo de conquistar el Monte Toubkal, el pico más alto del norte de África, también queríamos sumergirnos en la rica cultura y gastronomía local. En este artículo, os contaré sobre nuestras experiencias y descubrimientos culinarios, así como sobre el encanto del Riad donde nos alojamos y la relajación (y dolor) en un hamman tradicional.

Marrakech: la Ciudad Roja

Marrakech es una ciudad vibrante y colorida que ofrece un sinfín de oportunidades para descubrir sus tradiciones y sabores. Nuestro primer encuentro con la gastronomía marroquí fue en un mercado callejero, donde probamos los típicos tajines y cuscús, platos emblemáticos del país. Sin embargo, lo que realmente nos sorprendió fue el encuentro con un anciano que vendía cabezas de oveja vieja, un manjar que no esperábamos encontrar.

La oveja vieja: un encuentro inesperado

Mientras mis amigos se deleitaban con los deliciosos pasteles locales, no pude resistirme a probar algo diferente y pedí una cabeza de oveja vieja. A pesar de su apariencia intimidante, estaba deliciosa, con una textura tierna y un sabor único. Fue una experiencia culinaria que nunca olvidaré, y que recomiendo a aquellos que busquen probar algo fuera de lo común.

Un viaje sin cerveza: una cura de desintoxicación

Durante nuestro tiempo en Marruecos, aprovechamos para hacer una «cura» de no beber cerveza (curiosamente no fue duro). Si bien fue un cambio drástico en comparación con nuestras costumbres habituales, descubrimos que el té de menta marroquí era una deliciosa alternativa. Esta bebida refrescante y dulce nos acompañó en cada comida y en los momentos de descanso.

El encanto del riad: alojamiento tradicional

Nuestra experiencia en Marruecos no habría sido completa sin la estancia en un Riad tradicional. Este tipo de alojamiento, con su arquitectura y decoración auténticas, nos permitió sumergirnos aún más en la cultura marroquí. Nos impresionó la belleza y tranquilidad de este lugar, un verdadero oasis en medio del bullicio de la ciudad.

La conquista del Monte Toubkal

Después de varios días de explorar Marrakech, nos aventuramos a escalar el Monte Toubkal. La subida fue desafiante pero gratificante, y las vistas desde la cima eran simplemente impresionantes. Con 4.167 metros de altitud, pudimos contemplar la magnitud de Marruecos y sentirnos en la cima del mundo.

Relajación en un hamman: el broche de oro

Para concluir nuestro viaje, decidimos visitar un hamman en Marrakech, donde disfrutamos de masajes relajantes y terapéuticos. JAJAJA no todo por que se me ocurrio pedir un masaje marroqui y con las piernas como las teníamos uno de mis amigos además de gritar lloraba como una magdalena.

Tenia ganas de contar esta aventura fuera de Galicia y sobre todo el atreverme a probar esa curiosa cabeza. Echar un vistazo a los dientes da miedo.