Callos Asturianos una historia sorprendente con este plato

Está semana me reuní con unos antiguos amigos del colegio, sí de esos de EGB y recordamos el viaje fin de curso. En mi colegio siempre se hacia el de viaje de fin de curso a Asturias. No recuerdo cuántos años tenía, pero si recuerdo el día que llegamos a una sidrería y tomamos sidra y callos asturianos. Siempre me gustaron los callos y reconozco que la sidra ya la había probado, ya que mi casa se hacía sidra y como era un producto más suave que el vino, a los niños en días de fiesta no la dejaban beber.

 

Llegaron las sidras y el profesor que era un cura empezó a escanciar unos culines a un grupo de unos 20 niños,  nos bajamos unas cuatro o cinco botellas mientras esperábamos ansiosos por esas tapas de callos asturianos. Después de un rato nos trajeron unas cazuelitas de barro con algo rojo dentro nadie sabía lo que era pero estaba bueno, aunque lo curioso fué que tanto yo como algunos de mis amigos estábamos esperando por los callos ya que a todos nos gustaba mucho y cada uno hablaba de como los preparaba su madre o abuela.

Como no daban venido preguntamos a nuestro profesor que pasaba con los callos y nos dijo os los estáis comiendo. La verdad es que no entendíamos nada y justo en ese momento descubrí que eran los callos. En Galicia en las Rías Baixas los callos se preparan con garbanzos castellanos y tanto yo como mis amigos asociábamos esa palabra a los garbanzos castellanos, de ahí nuestra sorpresa al ver que lo que nos habían traído carecía de garbanzos y por supuesto no eran callos.

 

Una cosa muy curiosa que aprendí en octavo y a partir de ahí este plato tan exquisito, lo pruebo en las diferentes comunidades, preparado de diferentes formas y en todos los lados está buenísimo. De todas formas ahora tengo claro que unos buenos callos asturianos sólo llevan principalmente 7 ingredientes, callos (que no son garbanzos, es el estomago de la vaca) pata de vaca, patas de cerdo (pezuños),  sal, pimentón y el sofrio. La clave está en tener buenos productos y un buen sofrito o adobo y en cada casa se hace de una forma diferente. Unos ponen ajo, perejil, nuez moscada.  Lo que está claro es que lo que hace falta sobre todo, son los callos y las patas que le dan una consistencia gelatinosa gracias al la gran cantidad de colágeno que contienen. También he visto otras recetas que echan morro que también es un producto que le queda muy bien a este guiso tan peculiar de la gastronomía asturiana y mundial.

Y como apunte interesante, unos buenos callos si están preparados con poca grasa, y sin tocino, aunque no lo parezca es un producto bastante recomendable para tomar de vez en cuando ya que contiene mucho colágeno que nos ayuda a la formación de nuestros cartílagos, músculos, huesos y ligamentos. Así que tomate una tapita de callos y piensas en lo bien que le estás haciendo a tu cuerpo.

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